jueves, 19 de enero de 2017

La Ópera de París de Charles Garnier

La Ópera de París de Charles Garnier (1825-1898) se encuadra dentro de la arquitectura Ecléctica, fiel al pasado clásico, algo inevitable en los países del sur de Europa donde la pervivencia de Roma era más fuerte. Columnas y entablamentos clásicos pero con armaduras de metal y una decoración más barroca llena la fachada. Es un edificio simbólico de su época, que será imitado en ayuntamientos, teatros, casinos, estaciones de ferrocarril, etc.




Fue construido con la intención de enriquecerlo con las mejores galas del pasado. Es el edificio más emblemático de toda la reforma urbana de París. Su autor siguió, para su diseño, la línea marcada en la construcción del Nuevo Louvre pocos años antes por Louis Visconti y Héctor Lefuel, es decir: empleo masivo de piedra, riqueza volumétrica, variedad de referencias formales y extraordinaria riqueza plásta. Sin embargo, Garnier supera a sus antecedentes y crea un edificio símbolo de toda una época: la potencia de un órden gigante de columnas, el juego de las proporciones en altura y la espectacularidad de la enorme cúpula, serán imitados en un gran número de ayuntamientos, teatros, casinos, estaciones de ferrocarril, etc., de toda Europa. Buena parte de la arquitectura de la segunda mitad del siglo XIX recogerá el tremendo influjo de esta extraordinaria construcción.




Es un edificio que simboliza el poder y el lujo de una época (la segunda mitad del XIX) consecuencia de los adelantos técnicos y arquitectónicos de la 2ª Revolución Industrial pero con el lenguaje clásico de varias épocas, Renacimiento y Barroco mayoritariamente. Este edificio tendrá que convivir con la arquitectura del hierro (Torre Eiffel) y cristal, que poco o nada tienen que ver con la tradición.
Puede parecer contradictorio que en una época de progreso y revolución industrial se presente una atención desmesurada a formas surgidas en otras épocas. Pero esta contradicción es aparente porque los constructores de hierro y del cristal usarán también formas del pasado.




Garnier es el representante del estilo Napoleón III, es autor también del Casino Montecarlo y del Observatorio de Niza. Trabaja para la nueva burguesía que demanda edificios nuevos, fruto de las nuevas necesidades y de los avances técnicos e industriales aprovechando los nuevos materiales como el hierro, el hierro colado, el vidrio, el cemento y sobre todo la piedra del pasado.

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